El segundo día, fuimos a Cayo Sombrero. Después de Cayo Sal, es el más grande y alejado. También elegí ir con el grupo del hotel, por eso de la comodidad de conocer al barquero y a mis tres improvisadas amigas de Caracas. Cayo Sombrero, al estar más alejado tiene menos gente y es mucho más tranquila, aunque lo primero que nos encontramos al desenbarcar, fue un vendedor de material de playa. Algo que, no sé porqué, pero no me esperaba.
Nos separamos unos de otros y me fui solo al otro lado de la isla, donde encontré una maravilla de playa. Con poca gente y muy silenciosa. Además, confié en la gente del lugar (eso que tanto nos cuesta) y dejé allí todas mis cosas y me fui a rodear caminando toda la isla. Es un paseo estupendo. Sólo una cosa, no os olvidéis de ponerse la crema solar cada treinta minutos. Yo la dejé con la toalla, y como era de esperar… me achicharré.
Mientras esperábamos a que nos viniera a buscar Morocho el lanchero (que luego me enteré se llamaba Víctor), ya vi que el tema de mi achicharramiento no era poca cosa. La arena blanca te quema sin darte cuenta. Es como cuando estás en la nieve…
Durante la vuelta, nos pusieron los salvavidas. Tate me dije, que la cosa se ponía fea. El viento había empezado a soplar y el már, estaba un poco revuelto. Bueno, la lancha daba unos botes importantes, y eso que llevaba un cargamento de peso. Pero no hay nada que no le de un poco de emoción a las cosas que no haces habitualmente, así que lo pasamos en grande. Intentando hacer una foto, una ola me mojó toda la cámara. Pensé que se había acabado el viaje para ella, pero la dejé secar y al día siguiente estaba en perfectas condiciones.
El tercer día lo pasamos en la playa también, aunque yo no tenía muchas ganas, porque era ponerme bajo el sol y notar cómo me quemaba después del achicharramiento en Cayo Sombrero. La insolación del día anterior era bien gorda. Así que en esta ocasión no me separé de mis amigas de Caracas. De hecho estuve bajo la sombrilla leyendo mientras ellas se bañaban en las aguas poco agraciadas de Cayo muerto. Las chicas tenían que volver pronto para volver a Caracas por la tarde, así que elegimos Cayo muerto porque es el más cercano a Chichiriviche.
Podéis prescindir de Cayo Muerto. No tiene nada de interesante. Nada que ver con Cayo Sal ni Cayo Sombrero. No es bonita, no tiene ningún interés. Cayo muerto es una antigua explotación (no recuerdo exactamente de qué, ni tampoco lo encuentro) y no me gustó en absoluto. Cayo Peraza o Playa Azul son mucho más bonitas.
Fuente:
http://www.viajarcomeryamar.com/viajar-a/sudamerica/venezuela/viajar-a-venezuela-cayo-sombrero-parque-nacional-morrocoy-venezuela.html
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